Capítulo
11. El oscuro día.
El
sol en los ojos me despertó. Estaba algo desorientado y no me
acordaba qué hacía en ese cuarto ni cómo acabé en él. No había
nadie en la habitación y todo estaba muy silencioso. Miré la hora
en mi móvil y vi que solo eran las 11:45. Abrí la puerta y miré a
ver si veía a alguien, pero todo estaba vacío. Parecía que había
pasado un terremoto por el salón, todo estaba desordenado. La cabeza
parecía que iba a estallarme y tenía un mal sabor de boca.
David
apareció de pronto en el salón.
-¿De
dónde has salido? Me has asustado. – Dije desganado.
-Estaba
acostado en el sofá. – Dijo con voz ronca.
-Debería
ir a revisarme la vista. – Dije intentando reír, pero sin
esfuerzo.
-Te
entiendo, yo tampoco sé muy bien cómo acabé en el sofá.
De
pronto, Laura bajo corriendo las escaleras y me abrazó.
-¿A
qué viene esto? – Dije sorprendido.
-Qué
calladito lo tenías. No sabía que te gustaba, es decir, no me lo
imaginaba.
Miré
a Laura con cara de “¿de qué diablos hablas?” Miré a David y
él estaba tan sorprendido como yo.
-Me
lo dijo Alex antes de dormirnos. Te quedaste dormido y se vino a
hablar conmigo. – Dijo Laura muy contenta.
-No
sé cómo puedes tener tanta energía y, ojalá supiera de qué
hablas.
-Pues
porque yo no bebí tanto como para quedarse dormido mientras te
hablan.
-¿Me
quedé dormido cuando hablaba con Alex?
-Eso
me dijo.
-Pues
sigo sin entenderte.
-Ah…
Laura
se acercó a mi oído para susurrarme y siguió hablando.
-No
quieres que nadie se entere, ¿no?
-Sigo
sin saber de qué hablas. – Le contesté.
Laura
se separó de mí y me miro con algo de tristeza. Creo que hice algo
de lo que me iba a arrepentir. Laura se dio media vuelta y volvió
arriba.
De
pronto, alguien llamó a la puerta. David fue a abrir y volvió con
una señora.
-¿Es
una vecina quejándose de lo de anoche? – Pregunté algo nervioso.
No tenía ganas de broncas.
-Es
la limpiadora, aunque creo que se va a quejar ahora.
-No
os preocupéis chicos. – Dijo la limpiadora. – He traído a mi
equipo. – Dijo, mientras varios entraban en la casa.
-Mi
primo ya me dijo que no me preocupara por la limpieza. No te
preocupes, puedes irte cuando quieras.
-Tengo
hasta suerte. Muchas gracias, David.
Fui
a buscar a Laura para irnos a casa y, en unos minutos, estábamos
volviendo hacia nuestras casas.
-Laura,
¿qué hice anoche? – Dije angustiado.
-Tú
sabrás, Javi, tú sabrás. – Dijo algo enfadada.
-Si
lo supiera no te preguntaría.
-Tus
sentimientos… han cambiado.
En
ese momento, un coche pitó y ambos miramos hacia allí.
-Es
mi padre, vamos. – Dijo Laura.
Nos
montamos en el coche y Laura empezó a hablar con el padre. Yo le
saludé y él me miró con cara de pocos amigos. Supongo que después
de hacerle daño a Laura por todo lo que pasó no le hacía mucha
gracia que su hija estuviera conmigo.
No
estuve atento a la conversación. Iba pensando en lo último que
Laura me había dicho “Tus sentimientos… han cambiado”. No
entendía qué quería decirme. Si hubiera pasado eso me hubiera
enterado, pero no sabía nada. El coche se paró, miré por la
ventana y entendí que hasta ahí llegaba mi viaje en coche.
-Hasta
mañana, Javi. – Dijo Laura.
-Adiós.
– Contesté dormido.
El
coche se alejó rápidamente y pude ver como el padre de Laura
parecía alterado con ella, pero no le hice mucho caso. Subí las
escaleras hasta mi casa y me preparé para lo peor. Cuando abrí la
puerta encontré una nota en la mesa.
“Estamos
en casa de la abuela. Vamos a comer aquí, así que si puedes venir,
ven. Mama”.
Ni
siquiera lo pensé. Con lo cansado que estaba no iba a ir a casa de
mi abuela. Además, el dolor de cabeza era insoportable.
Fui
a la cocina a encender el calentador para ducharme y acostarme. Es lo
que necesitaba en ese momento. Fui al baño y me desnudé mientras
miraba en el espejo si había algo distinto en mi cuerpo por culpa de
la borrachera, pero estaba normal. Me metí en la ducha y empecé a
pensar. Tenía que recordar cosas de la fiesta, ya que todo estaba
demasiado borroso. Solo recordaba que David me dijo que Alex había
salido de la casa y yo fui a buscarlo, después regresé a la casa
sin Alex, pero, ¿por qué? Y luego acabé en una habitación
hablando con Alex. Seguramente me había saltado varias cosas que
explicarían todo, pero no lo recordaba y eso no me gustaba.
Cerré
el grifo y saqué la mano de la ducha para coger la toalla que había
dejado en la percha que estaba al lado de la ducha. Me di un poco en
el pelo con la toalla y llamaron a la puerta. Intenté secarme algo,
pero no me dio tiempo, así que me lie con la toalla por la cintura y
salí del baño.
- Ya voy. – Grité.
Miré
por la mirilla y vi a Alex al otro lado de la puerta. Abrí la puerta
para ver que quería.
- Hola, ¿qué quieres?
Alex
se quedó sin palabras al verme recién salido de la ducha.
- ¿Alex? Tierra llamando a Alex. – Dije mientras le golpeaba en el hombro.
- ¡Oh! Lo siento… No esperaba que me abrieras así. – Dijo aún mirándome.
- Seguro que estás acostumbrado a ver a chicos con menos. – Dije riéndome. - Pasa y siéntate que voy a ponerme algo para no helarme.
Justo
cuando cerré la puerta la toalla se me cayó, dejándome
completamente desnudo delante de Alex. Cogí la toalla del suelo y lo
miré. Él estaba muy rojo y yo empecé a reírme mientras me tapaba.
- Avisa la próxima vez que vayas a hacer un striptease. – Dijo avergonzado.
- Cuando quiera hacerte un striptease te avisaré antes. – Dije bromeando.
- Espero que así sea.
Entré
en mi cuarto y cerré la puerta. Parecía que lo había dicho de
verdad, como si pensara que lo haría. Pensé que era una tontería.
Éramos amigos y estábamos bromeando, solamente. Cogí unos boxes y
un pijama y empecé a vestirme. Antes de que terminara escuché la
puerta y la voz de Alex.
- No podía esperar más. – Dijo ansioso.
- ¿Qué cosa? – Dije sorprendido, aún de espaldas a él.
De
pronto, noté que me abrazaba. Me quedé quieto, sin saber qué
hacer. Lo aparté de mí y me giré.
- ¿Qué haces? – Dije algo molesto.
- Creo que es evidente.
- Pero… Otra vez no…
- Él que no lo entiende soy yo. – Dijo cabreado.
- ¿A qué te refieres?
- Lo sabes perfectamente.
- Si lo supiera no preguntaría.
- No puedo creerlo, ¿quieres que crea que no te acuerdas del beso de ayer? – Dijo más enfadado que antes.
- ¿Beso? – Dije alarmado.
Ambos
nos callamos. No podía mirarle a la cara, sin embargo, él me estaba
mirando y estaba esperando a que yo le dijera algo.
- Ya veo lo que pasa. ¡Te odio, Javier, te odio! – Dijo muy enfadado.
Alex
se fue de la habitación y escuché como la puerta de la casa se
abría y se cerraba fuertemente a los pocos segundos. En ese momento,
una lágrima cayó por mi mejilla.
- ¡Soy un mierda! – Dije gritando. - ¡Le volví a hacer daño!
Alcé
el puño y golpeé la pared con fuerza. El golpe retumbó en toda la
habitación. Me hice bastante daño en el puño, pero no me queje.
Aguanté el dolor y me acosté en la cama. No quería saber nada más
de lo que había pasado. Mientras me quedaba dormido pensaba en si
podría perdonarme a mí mismo por hacer eso y, lo más importante,
si podría perdonarme él.
Al
cabo de varias horas, mi móvil empezó a sonar. Con el cabreo se me
había olvidado apagar él móvil. Era mi madre y, viendo la hora que
era, seguramente era para que fuera a comer. Descolgué el móvil
para decirle que iba ya para allá, pero mi madre sabía que estaba
durmiendo y empezó a echarme la bronca.
- Tu padre va a recogerte en 5 minutos, ya debe de estar llegando con el coche, así que espéralo abajo. – Dijo enfadada mi madre.
Ella
mismo colgó antes de que yo pudiera hacerlo.
Empecé
a prepararme para irme, pero con mucha desgana. Parecía que me
habían dado una paliza, pero no era por el sueño. Sabía que Alex
estaría enfadado conmigo, que mientras yo dormía él había estado
llorando o algo peor. No quería pensar en ello.
Escuché
el pitido de un coche que supuse que sería el pitido del coche de mi
padre, así que terminé de prepararme y cerré la puerta de la casa
con llaves. Bajé las escaleras y entré en el coche sin decir nada.
Mi padre me saludó, pero yo seguía mirando a la nada y pensando en
mis cosas. Seguramente eso era a lo que se refería Laura, pero nunca
podría habérmelo imaginado. Había besado a Alex y no lo entendía.
¿Es qué Alex lo había conseguido? ¿Había conseguido que me
gustara él? Mi pecho parecía que tenía una pesa de 20 kilos o más
que apenas me dejaba respirar. Me negaba a aceptar eso. Solo pude
pensar que el alcohol no es buen compañero para las tristezas y que
la había liado porque no quería perder a un amigo como Alex. Sin
duda, en esos momentos no podía vivir sin él, era alguien
importante en mi vida, un amigo de verdad, un verdadero amigo como
Ángel, Nuria, David y Laura.
De
pronto, mi móvil vibró haciendo que me despertara de mis
pensamientos. Era un mensaje de Laura.
“Ya
sabía que pasaría esto. Él no lo merece, ni tú tampoco… Tenéis
que arreglarlo.”
En
ese momento odié que Laura me recordara que le había hecho daño.
- Tienes cara de tonto. – Dijo mi padre.
- Gracias. Me alegra saber que piensas eso de mí. – Dije yo con sarcasmo.
- No, digo que estás en tu mundo… Más de lo normal. – Dijo algo preocupado.
- No te preocupes, solamente es que estoy dormido.
Al
ver que no daba mucha información, mi padre cambió de tema y empezó
a comentar las noticias deportivas sobre los equipos de fútbol para
ponerme al día. No había mucho que decir, porque, ya me dirán que
demonios pueden decir en Navidades. No eran muchas las noticias, pero
algo es algo.
A
los pocos minutos, llegamos a casa de mi abuela. Tuve que volver a
saludar a toda la familia como si no los hubiera visto hacía años…
Y los había visto hace menos de un día.
Tuve
una comida tranquila, y di gracias de que fuera así, ya que no tenía
ganas de las típicas preguntas familiares que en vez de estar con tu
familia parece que estás con un puñado de policías y haciéndote
una declaración de la noche del asesinato… Mi familia y sus
cotilleos.
Cuando
terminé de comer me senté en el sofá del salón y me puse a ver la
tele. No estaban echando nada interesante y, la verdad, tampoco me
importaba. Mi hermano entró en el salón y se sentó a mi lado.
- Oye, Javi. – Dijo dudoso.
- ¿Qué quieres enano?
- ¿Te han pegado en el cuello? – Dijo mirándome el cuello y preocupado.
- No, no creo, ¿por qué?
- Tienes un moratón.
Miré
a mi hermano con los ojos muy abiertos y salí corriendo para el
baño. “¿Cómo no me vi nada antes?” pensé. Fui al baño
tapándome el cuello porque ya suponía lo que era, pero no sabía
cómo había llegado hasta ahí. Suponía que mi familia lo habría
visto, pero no me habían dicho nada. Cuando me miré en el espejo lo
vi. Tenía un pequeño chupetón en el cuello. Busqué rápidamente
algo de maquillaje de mi abuela que, seguramente, sería sin brillo y
podría tapármelo. Tuve suerte y lo encontré pronto y sin que nadie
más lo viera. En ese momento me enviaron un mensaje al móvil de
Nuria.
“Tenemos
que hablar ahora, vuelve como sea.”
Parecía
urgente, así que le pedí a mi madre que me llevara, pero no quiso.
Tuve la suerte de que mi primo volvía cerca de mi casa para estar
con su novia, así que me fui con él.
Durante
el trayecto en coche, me quedé dormido. No me había parado a pensar
en que estaba realmente cansado y no pude aguantar más. Le dije a mi
primo que me despertara cuando llegáramos y no dudé en echarme una pequeña siesta.
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