sábado, 24 de marzo de 2012

Capitulo 8


Capítulo 8. Felices fiestas.
Era el último día de instituto antes de las vacaciones de navidad. Estaba feliz porque mis notas eran buenas y no podía quejarme.
En todo ese tiempo, Alex cogió más confianza con nosotros y empezó a salir con nosotros. Desde aquel día en la playa, Alex parecía más seguro y no se le notaba que le gustaba, la verdad, no sé si aún le gusto, pero me hubiese alegrado que fuera así. Tras lo ocurrido con Marta y Laura no me lie con ninguna chica, aunque más que nada por Laura porque Marta había conocido a un chico de las clases de inglés y habían empezado a salir. Ángel seguía igual que siempre, en su mundo con sus cosas. David estaba raro, se había vuelto algo solitario y siempre estaba triste, había cambiado desde que Marta empezó a salir con el chaval y no pasaba tanto tiempo con él. Miguel y Andrew empezaron a pasar más tiempo con Alex, con Ángel y conmigo, éramos más amigos que antes. Nuria y Laura se hicieron también más amigas que antes y pasaban mucho tiempo juntas.
Cuando terminó el instituto todos estábamos deseando reunirnos para preparar la fiesta que íbamos a hacer el 25 de diciembre y de paso íbamos todos juntos a comer a un restaurante. Decidimos encargarnos por parejas una tarea. A mí me tocó con David, que no se mostraba muy entusiasmado con la idea de la fiesta. Cuando terminamos de comer, cada pareja fue a hacer su tarea. A nosotros nos había tocado encontrar el lugar para hacer la fiesta y decorarlo. Tuvimos suerte porque el primo de David tenía un campo en las afueras y él se iba a casa de su suegra a pasar las fiestas. Ya teníamos el lugar y, la decoración dejamos la que había puesto su primo por navidad. Habiendo cumplido nuestra tarea, David se fue, pero no fue a su casa y lo seguí. Se metió entre unos matorrales que tapaban un agujero en una valla. La valla daba a un parque abandonado que habían cercado para que no hubiera peligro, además, al estar tapado por los matorrales, mucha gente ni se acordaba de qué había ahí.
-¿Te dedicas a espiarme ahora?- dijo David al escucharme entre los matorrales.
-Perdón. Estoy preocupado por ti tío. Andas triste como un alma  en pena.
-Son imaginaciones tuyas.
-Entonces, ¿qué haces viniendo sólo aquí?
-No es asunto tuyo.
-Te has distanciado, estás triste y, ¿no es asunto mío?
-No, no lo es. Tal vez sea porque no quiero pasar tiempo contigo.
-¡Ni conmigo ni con nadie!
-¡Son mis cosas, ¿vale?!
-¡Encima que me preocupo!
-Nadie te lo ha pedido… Déjame solo.
-¡Cómo quieras!
Salí fuera del recinto y escuché cómo empezaba a llorar. Me quedé sentado esperando a ver si salía, pero no fue así. Me levanté y me dirigí a casa, pero cuando anduve unos pasos, oí los matorrales de detrás y me escondí. Alguien había entrado donde estaba David. Escuché unos gritos, no me sonaba la voz de la otra persona, pero era un chico.
-¿Has tenido el valor de venir?- dijo el chaval.
-¿Qué pasa? ¿No esperabas que viniera?- dijo David.
-Prepárate para recibir una paliza.
-Inténtalo.
Cuando oí lo que pasaba entré corriendo para ayudar a David. Estaba asustado, el chaval le sacaba una cabeza de altura y era mucho más musculoso que él. No pensé en nada y salí corriendo hacia el otro chaval. David me gritó que no viniera, pero no le hice caso. El chaval se dio la vuelta y, sin poder reaccionar, aprovechó mi carrera para darme un puñetazo en toda la cara. Me quedé atontado, sólo oía a David gritar y el otro, asustado, se fue. David se acercó a mí corriendo, pero cuando llegó, yo había perdido la conciencia.
Me desperté en una clínica médica que había cerca del lugar y David estaba a mi lado muy triste.
-¿Cuánto tiempo llevo así?- pregunté aún no muy despierto.
-¡Javi! Me has asustado, eres un tonto.- dijo casi llorando.
-No pasa nada, tío.
-He llamado a tu madre, no estaba cerca, pero tiene que estar al caer porque hace media hora que la llamé.
-¡¿Llevo inconsciente media hora?!
-Sí…- dijo empezando a llorar. – Ha sido mi culpa.
-No te preocupes más, estoy bien.
-No, no lo estás, estás loco, te dije que no hicieras nada.
-Ahora podrías ser tú el que estuviera tumbado.
-Lo hubiera preferido.
-No digas tonterías. Aún me duele la cara.
-Lo extraño es que no te ha roto nada…
En ese momento, mi madre entró en la habitación gritando.
-¡Javi, Javi, cariño! ¡¿Estás bien?! – dijo mi madre muy asustada.
-Sí mamá, estoy bien.
-¡Me tenías muy preocupada! ¡He venido corriendo desde que me llamó David! ¡Ya no estoy para sustos!
-Lo siento, sólo quería ayudar a David…
-Es culpa mía Carmen- dijo David arrepentido.
-No te preocupes David, no deberíais meteros en líos. Vete a casa, yo me quedo aquí y ya hablo yo con el médico.
-Vale… Javi, llámame cuando llegues a tu casa.
-Lo haré- le dije sonriendo para que se animara.
David se fue de la habitación y yo me levanté de la cama lentamente. Mi madre fue a hablar con el médico, que llegó al rato a la habitación. Me hicieron unas pruebas por si tenía alguna secuela o algo mal en la cabeza. Todo estaba bien, solo tenía un gran moratón entre la frente y el ojo derecho. Me dieron una pomada para el moratón y volvimos a casa. Mi madre me venía echando la bronca por meterme en líos y preocuparla, pero después me abrazó porque estaba bien y no me había pasado nada. La preocupo demasiado.
Cuando llegué a mi casa, llamé a David como le prometí. Se alegró de que lo hiciera, pero cuando le pregunté el porqué de la pelea su voz cambio y no me respondió.
-Ya te lo contaré mañana. – dijo apenado.
-Bueno, vale, siento sacar el tema.
-Es normal, yo también lo haría.
-Bueno, mañana nos vemos, ¿no?
-Sí, me vas a acompañar a casa de mi primo, ¿no?
-Sí, por eso te lo digo.
-Vale, pues hasta mañana.
-Hasta mañana.
En ese momento, mi hermano Sergio de 15 años vino hacia mí.
-¿Qué te ha pasado en la cara?- me preguntó.
-Nada, me han dado caricias.- dije irónicamente.
-¡Qué tonto eres!
-¡Tus preguntas sí que son tontas!
-Paso de ti.
Me metí en mi cuarto para que me dejase en paz. ¡Qué pesado es! Me apetecía leer un rato, cogí un libro y abrí una página al azar.



Te quiero. 

Te lo he dicho con el viento, 
jugueteando como animalillo en la arena 
o iracundo como órgano impetuoso; 

Te lo he dicho con el sol, 
que dora desnudos cuerpos juveniles 
y sonríe en todas las cosas inocentes; 

Te lo he dicho con las nubes, 
frentes melancólicas que sostienen el cielo, 
tristezas fugitivas; 

Te lo he dicho con las plantas, 
leves criaturas transparentes 
que se cubren de rubor repentino; 

Te lo he dicho con el agua, 
vida luminosa que vela un fondo de sombra; 
te lo he dicho con el miedo, 
te lo he dicho con la alegría, 
con el hastío, con las terribles palabras. 

Pero así no me basta: 
más allá de la vida, 
quiero decírtelo con la muerte; 
más allá del amor, 
quiero decírtelo con el olvido.
                                                                                                                     Luis Cernuda.
¡Vaya! Tenía que coger el libro de poesía de la generación del 27 y abrirlo por Cernuda… con lo triste que son sus poemas. Cerré el libro y miré el ordenador a ver si tenía algo nuevo y dio la casualidad de que Alex empezó a hablarme.
-Ey, ¿Qué tal?- me preguntó.
-Hola, pues regular.
-¿Por qué?
-Pues, estábamos David y yo buscando el lugar, bueno y lo encontramos, pero David se fue y lo seguí.
-¿Lo seguiste?
-Sí. Se metió en un parque abandonado que hay en el otro lado de la ciudad y entré atrás de él, pero se enfadó y me echó. Esperé  a ver si salía, pero no salió y entró un chaval muy musculoso con el que empezó a gritarse.
-¡Qué dices!
-Luego iba a pegarle a David, pero yo me metí y el que recibió fui yo.
-¿Estás bien?
-Sí, sólo tengo un moratón.
-Joder, ¡qué mal!
Seguimos hablando un buen rato. Alex me contó su tarde, le había tocado comprar las bebidas con Ángel, ya que ambos tenían un lugar para esconderlas. Hablamos de muchas más cosas, pero no me acuerdo de cuáles, hasta que mi madre me llamó para cenar.
Cuando cené, me puse a ver la tele, estaban echando una película muy buena y quería verla. La película acabó tarde y cuando volví a mi cuarto lo único que quería era dormir, así que me acosté y pensé en el porqué de la pelea de David y el otro, y en lo que tenía que decirme, pero eso no me impidió quedarme dormido al poco tiempo de acostarme.


jueves, 15 de marzo de 2012

Capitulo 7


Capítulo 7. Arrepentimiento.
Me desperté cuando sonó el despertador. Marta no estaba en la habitación y yo estaba en la cama de abajo. ¡Qué raro! Juraría que estaba en la cama de Marta. Me empecé a vestir para ir al instituto y me cogí la maleta. Salí de la habitación y ahí estaba Marta, poniendo el desayuno en la mesa.
-Me desperté antes.- dijo Marta.
-Ya me he dado cuenta.
-Por cierto, ¿cómo estás de la caída?- dijo riéndose.
-¿Me caí de la cama? Qué patoso soy.
-Sí, te caíste en la otra cama.
-Ya decía yo.-dije riendo
-Bueno, desayunemos.
Marta había hecho dos tazas de cola cao calentito y había tostado unos cruasanes para untarles nocilla.
-Como sigamos comiendo así de lentos llegaremos tarde.- dije dándome prisa.
-Tienes razón, aligerémonos.
Ambos terminamos rápidamente de desayunar y fuimos a asearnos. Cuando terminamos, cogimos las mochilas y salimos de la casa. Tuvimos que correr porque llegábamos tarde. Ambos llegamos tarde a clase. A mí me echó una bronca el profesor de inglés y me tuve que sentar con Alex porque el único sitio libre era el que estaba a su lado. Le saludé e intenté hablar poco para atender algo, aunque acabamos hablando de nuestras cosas.
Las tres horas antes del recreo se me hicieron interminables. Salí de la clase con ganas y fui con David y Ángel hacia fuera. Nos sentamos en un banco y esperamos a que bajaran todos. La clase de humanidades tardó más en bajar porque tenían latín y su profesor se enrolla mucho. Cuando Laura salió de clase fue a hablar con Marta. Al rato todos escuchamos gritos.
-¡Puta! ¡Eres una puta!- gritaba Laura a Marta.
-¡Relájate, yo no he hecho nada!- gritaba Marta.
-¡Javi es mío! ¿¡Entiendes!?
-¡Yo no he hecho nada con Javi! ¡Estás paranoica! ¡Acéptalo, Javi ya no te quiere!
Me fui corriendo avergonzado, me metí en el baño y entré en un váter. Cerré con pestillo. No quería saber lo que pasaba fuera. Todo es por mi culpa, me repetía una y otra vez. De pronto, noté cómo una lágrima salía de uno de mis ojos. Me lo merezco. Alguien llamó a la puerta.
-Javi, sal de ahí.
Era Alex. ¿Cómo sabía que estaba aquí? No quería que me viera así.
-Déjame…
-No me iré de aquí hasta que no salgas.
Alex cerró la puerta del baño una vez que vio que no había nadie.
-No seas pesado, no quiero salir. Se están peleando por mi culpa, no debería haberme quedado a dormir en casa de Marta ayer.
-No es tu culpa. Yo te vi llegar a casa de Marta y… se lo dije a Laura. No pensé que fuera a pasar esto.
Me sequé las lágrimas y salí fuera.
-Siempre he hecho lo que he querido. Me lo merecía, merecía que me pararan.
-Lo siento.
-Gracias…
-¿Por… por qué?
No dije nada y abracé a Alex. No pude contenerme más y empecé a llorar otra vez. Dos amigas mías se estaban peleando por mi culpa y no sabía cómo pararlo.
-Eeh… No llores más.
-Lo siento, no puedo remediarlo.
-Está bien tío, no diré nada.
-Gracias.
Cuando por fin pude parar de llorar y salimos del baño sonó el timbre del final del recreo. David vino a buscarme y me cogió antes de que entrara en la clase.
-¿Dónde te has metido?-dijo David.
-No podía ver eso. ¿Qué pasó al final?
-Ángel cogió a Laura y se la llevó.
-¿Y Marta?
-Marta se ha ido a su casa.
-¿Así sin más?
-Se fue llorando.
-Es todo culpa mía. No debería haberme quedado en casa de Marta a dormir.
-Es que eres tonto tío.
-Entremos a clase…-dije cabizbajo.
Cuando entramos en clase la profesora de lengua ya había empezado la clase y nos echó una bronca por llegar tarde. Ambos nos sentamos en nuestros sitios, pero creo que él estaba como yo, pensando en lo que había pasado.
Las tres últimas horas fueron peores que las anteriores y cuando acabaron, me fui rápidamente sin que nadie viniera conmigo, quería irme solo, pero Alex me pilló y se vino conmigo.
-¿No vas a tu casa?-preguntó cuando vio que me desviaba del camino.
-Quiero pensar un rato.
-Voy contigo.
-Vale…
Andamos un poco más hasta un parque que había entre unas casas. Lo llamaban el hoyo porque estaba rodeado por unas gradas como si fuera un pequeño campo de fútbol con 4 escaleras a cada lado formando los puntos cardinales. Bajamos abajo del todo y me senté en la última grada. Él me acompañó. Agaché la cabeza y cerré los ojos. Él me miraba dubitativo, preocupado, sin saber qué decir.
-No debería jugar tanto, debo centrarme más.- dije enfadado conmigo mismo.
-Relájate, no todo es culpa tuya.
-Sí que lo es. Gracias a ti he abierto los ojos.
-Yo no he hecho nada.-dijo extrañado.
-Se lo dijiste a Laura, y eso me ha hecho pensar.
-Pero te he causado problemas.
-Ya…
Volví a agachar la cabeza. Él se acercó y me abrazó. Me quedé quieto, pero me reconfortó su abrazo, me sentía más aliviado gracias a él.
-Creo que es hora de irse a casa.-dije para que me soltara.
-Sí… es hora.-dijo dejándome de abrazar.
Nos levantamos y cada uno cogió el camino para sus casas. Intenté animarme mientras llegaba a mi casa, no quería que mi madre me preguntara qué me pasaba, aunque ya me iba a preguntar dónde me había metido. Mejor eso que lo otro.
Cuando llegué a casa le dije a mi madre que no comería, que no tenía hambre. Cuando me cabreo o estoy mal se me quita el hambre y puedo llevarme mucho sin comer. Entré en mi cuarto y me acosté a dormir. No me había dado cuenta, pero quien más me estaba ayudando en esto era Alex, aunque yo no se lo haya pedido ni nada porque me cuesta mucho que me ayuden. Me pasaba algo raro que nunca se me habría ocurrido pensar, pero no quería hacerle mucho caso e intenté dormirme.
Me desperté a las cinco. Me levanté de la cama y le di una patada al mueble sin querer. Mi madre entró en la habitación al escuchar el ruido.
-Marta te ha llamado, no te quise despertar.
-Gracias, mamá.
-Laura también llamó.
-Vale.
Cogí el teléfono y llamé a ambas. Las cité en “el hoyo” a la misma hora para hablar.
Yo llegué antes que ellas. Cuando ya estábamos los tres empecé a hablar.
-Siento lo que ha pasado esta mañana, fue por mi culpa.
Las dos me miraron triste.
-A ver, Laura. Nosotros fuimos novios y lo que pasó en la fiesta, no debería haber pasado, yo quiero seguir siendo tu amigo, pero ya no somos novios, solo amigos. Aún así te sigo queriendo, pero solo como amiga mía que eres. Marta, ayer me lo pasé muy bien en tu casa y, no pasó nada raro, yo no quiero hacerte daño, pero sin querer te lo he hecho. No debería haberte dado un beso… Por favor, ¿podréis perdonarme?
Ambas me miraron con lágrimas en los ojos y me abrazaron.
-Sí te perdonamos tonto…-dijeron llorando las dos.
Acerqué mis labios al oído de Marta y le susurré.
-Perdón por lo de ayer, tenías razón, lo mejor es que no pase nada entre nosotros.
Luego le susurré a Laura.
-Te hice tener esperanzas en lo nuestro por lo que pasó en la fiesta, pero yo no quería nada. Perdón por hacerte daño.
Las separé y me fui corriendo sin mirar atrás. Terminé yendo a la playa y me senté en la arena. Me quedé hasta la puesta de sol. Allí vi a Alex.
-Hola, ¿puedo sentarme a tu lado?-dijo tímidamente.
-Claro, siéntate.
Ambos vimos como el sol se iba yendo poco a poco a través del mar, me sentía cómodo estando con Alex, puede que fuera el primer chico que me veía llorar y eso me hizo verlo con distintos ojos.
-Ya se fue el sol, podemos irnos.-dijo Alex.
-Sí, tienes razón, pero se está tan bien aquí.
Nos quedamos sentados un rato más viendo cómo la gente se iba yendo poco a poco.
-Gracias. Podemos irnos.-dije
-Vale…-dijo nervioso.
-No deberías ponerte nervioso, se te nota mucho.
-Ohh… lo siento.
-No pasa nada.
-Me cuesta un poco quedarme contigo a solas.
-A mí me pasaba lo mismo contigo, ya me da igual.
-Me alegro.
-La verdad, yo también.
Cuando salimos de la playa, Natalia estaba allí.
-He venido a buscarte, tardabas demasiado.-le dijo a Alex.
-Siento preocuparte Tati. Me entretuve con Javi.
-Ya veo… Despídete que te llevo en coche, vamos a casa de los tíos a comer.
-Vale.
Alex se acercó a mí
-Gracias por esta tarde, me ha encantado.-me dijo felizmente.
-Me alegro, hasta mañana.-dije también feliz.
Ambos se metieron en el coche y se fueron en sentido contrario a su casa. Regresé solo a casa, pensativo y algo cansado. No había hecho nada del instituto y si empezaba así al final es peor. Parece que fuera verano aún, aunque mañana me tuviera que levantar a las siete de la mañana. Recordé el momento en la playa con Alex unos segundos y me acordé de lo que dije a principio de curso, quería conocerlo mejor y aún seguía queriendo conocerlo.
Llegué a mi casa y lo primero que hice fue cenar, estaba muerto de hambre ya que no comía desde por la mañana. Luego me duché y me acosté en la cama. Estuve un rato con el móvil hasta que empecé a quedarme dormido. Cogí el despertador y lo puse para que sonara a las siete y cuarto. Cerré los ojos y me quedé dormido rápidamente.