Capítulo 5. Día duro.
Como todos
los martes de instituto, me desperté temprano, a las siete y cuarto. Mi madre
fue buena y no me despertó a las seis. Me vestí, me aseé y salí de mi casa sin
desayunar.
Al salir de
mi casa fui a llamar a mi vecina. Se llamaba Nuria. Ella y yo éramos vecinos
desde chicos y, por tanto, mi mejor amiga. También fue la primera niña a la que
besé, pero de eso hace mucho y ella, bueno, a ella le gusta Ángel.
-Hola Javi.
Espera un momento que me falta ponerme los zapatos.
-No pierdes
la costumbre.- dije riendo.
-¡Qué feliz
estás para la hora y día que es!- dijo algo mosqueada.
-Solo me río
de ti.
-¡Que
gracioso!- dijo con ironía.
-¿Ya estás
buena del resfriado?
-Sí, ayer me
puse mejor. ¿Qué pasó en la fiesta?
-Cómo si no
lo supieras.
-Venga, ya
estoy lista, vámonos y me cuentas.
-Sé que
Marta te habrá dicho ya lo que ocurrió.
-Sí, me lo
dijo. Pero no me contó nada de Ángel.
-Ángel… No,
él no hizo nada.
-¿No?
-Ayer salí
con una chica.
-¿Con quién?
-Con la hermana
de Alex.- dije aliviado.
-¿¡Qué
dices!?
-Lo que
oyes.
-Me tienes
que contar todo con detalles.
-Luego te lo
cuento que él está ahí.
-Vale.
-Menos mal
que vivimos cerca del instituto.
-Lo peor es
que siempre tienes que contarme algo y no te da tiempo a decírmelo.
-Para mí es
una ventaja.- dije riendo.
-Nos vemos a
la hora del recreo.
-Vale,
adiós.
Nuria estaba
con Marta en la clase de biología. Yo en la clase de tecnología con Ángel, Alex
y David, y Laura en humanidades con Miguel y Andrew. Yo quería ser ingeniero
aeroespacial, pero no sé lo que querían los demás exactamente.
Saludé a
David que acababa de llegar y puse mi maleta en la mesa que estaba a su lado.
Ángel aún no había llegado, pero eso era normal en él. Siempre llega cinco
minutos más tarde de la hora. Lo peor de eso es que pocas veces está a mi lado.
Alex llegó casi seguida mía. Cambié mi maleta y la de David de sitio para que
él estuviera en medio y yo a un lado ya que las mesas eran de tres. Así solo
estaría David a mi lado.
David me miró
y afirmó con la cabeza entendiendo lo que pasaba. Se levantó de la silla y se
sentó en la de al lado.
-Ahora toca
lengua, ¿no?- le pregunté a David.
-Para tu
desgracia sí.- dijo David riéndose de mí.
-Cómo me
conoces.- dije riendo.
En ese
momento Alex se sentó al lado de David y miré a David con cara de “lo sabía”.
David se volvió a reír y me dijo con la mano que me sentara, entonces empezó a
susurrarme.
-¿Qué tal la
cita de ayer?
-¿Cómo lo
sabes?- dije sorprendido.
-Te vi salir
del restaurante. Sabes que la ventana de mi habitación da a la puerta.
-Cierto.
Estuvo bien.
-¿Quién era
ella? No me suena.
-Era
Natalia, la hermana de tú ya sabes quién.
David se
echó las manos a la cabeza y se quedó sorprendido. Se quedó callado. En ese
momento entró la profesora de lengua y ambos nos giramos hacia delante.
Llamaron a la puerta. David y yo nos reímos porque sabíamos con total seguridad
que era Ángel. Ana, que así se llamaba la profesora de lengua, abrió la puerta.
Era su primer año aquí, si no le habría echado una bronca como hacen casi todos
porque ya le conocen.
De pronto
miré hacia mi mesa y vi una nota. La abrí y empecé a leerla.
“Así que
ayer saliste con mi hermana, parece que lo haces aposta.”
Miré a David
y le di la carta para que la leyera. David me miró asombrado y miró a Alex con
desprecio. En toda la mañana no hablamos con Alex porque, vale que le guste,
pero no voy a cortarme nada, voy a seguir siendo como soy y no voy a cambiar
por él.
En el
recreo, vi a Nuria y Marta viniendo hacia mí. Ambas sonreían y les vi las intenciones.
Cuando llegaron a mí les enseñé la cartita.
-Yo ya te
dije en el campo.- dijo marta.
-No tienes
la culpa de ser guapo.- dijo Nuria riéndose.
-Gracias.-
dije riendo.
Ángel llegó
y le dije si salía para ir a comprar mientras Nuria y Marta hablaban con David.
-Teníamos
que habérselo dicho a David.- dijo Ángel.
-No, yo le
pedí que las entretuviera cuando tú vinieras.
-Ahh, qué
listo eres. Bueno tío, así que con Natalia.
-No es nada
serio como te dije antes.
-Ya, pero
está buena.
-Te fijas en
todas menos en la que deberías.
- ¿Qué
dices? Yo me fijo en las guapas.
-Nada, déjalo.
Ángel es
algo torpe pillando las indirectas y eso me alivia a veces, otras no.
Ya en la
cantina del instituto, le dije que esperara y me compré un bocadillo con
bebida. Cuando salimos, vi a Alex gritándole a David con la mano levantada, a
Marta agarrándolo por detrás y a Nuria llevándose a David de ahí. Corrí hacia
David, y Ángel hacia Marta.
-¿Qué ha
pasado?- pregunté asustado.
-Nada. David
te estaba defendiendo. Alex dijo una cosa de ti y le dije a David que pasara de
él, pero no hizo caso.
-¡Es que no
puede ir por ahí diciendo cosas de mis amigos!- dijo David alterado.
-Da igual
David, gracias tío, pero haz lo que dijo Nuria, no le hagas caso.
Le di a
David un abrazo de amigos para agradecérselo y se calmó un poco.
-Gracias a
ti tío.- dijo sonriendo David.
Dejé a David
y Nuria y fui a hablar con Marta y Ángel.
-Esto no
puede seguir así, Javi, Alex podría
haber pegado a David por ti.- dijo Marta algo triste.
-Yo no puedo
hacer nada. ¿Dónde está?
-Le dije que
se fuera o se llevaba un guantazo más grande que su cara.- dijo Ángel.
-Sí, le dijo
eso, yo estaba delante.
-Eres un
bestia tío- dije riendo.
Marta se fue
algo molesta a ver a David, pero sonó el timbre y todos fuimos a clase.
A última
hora todos los segundos teníamos alternativa o religión, pero los de
alternativa siempre se iban, así que yo también me fui. David, Ángel y yo
alcanzamos a Marta y Nuria que también se iban y abajo estaban todos los demás
esperándonos.
Nuria vino
hacia mí y me dijo que Marta estaba algo molesta conmigo y con Ángel. Fui a
hablar con ella, pero se puso a hablar con Laura y me ignoró. Me enfadé y me
puse a hablar con Ángel.
Nuria y yo
nos despedimos al ratito y nos metimos dentro del piso.
-Al final no
me lo has contado.
-Luego te lo
cuento por Tuenti.
-Vale, hasta
luego.
Entré en
casa y vi una nota.
“Javi, he
salido. Tu hermano está conmigo. La comida está en el microondas caliéntala y
te la comes. Un beso mamá.”
Genial, solo en casa.
Me calenté
la comida y me puse a comer viendo la tele. Puse las noticias de deporte y vi
todos los goles de la jornada otra vez. Todos
los días lo mismo.
Cuando comí
encendí el ordenador y me puse a hacer algo de tarea. Nadie me hablaba por el
ordenador y estaba tranquilo.
Al rato
Marta se conectó y me habló.
-Perdona
Javi, tú no tienes la culpa.
No le
respondí y siguió hablándome. Entonces, me levanté de la silla, cogí mis llaves
y salí corriendo fuera de casa, corrí y corrí hasta estar muerto y pararme
delante de la casa de Marta. Estoy loco,
es lo que se me ocurrió pensar. Llamé a la puerta algo impaciente y cansado,
necesitaba agua. Marta abrió la puerta y la abracé fuertemente. Rompió a llorar
en mis brazos.
-Eres ton…
tonto.
-No llores
tonta. Yo sé lo que te pasa.- le dije sonriendo.
-Anda, pasa,
no estemos fuera.
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